Previo a la llegada del Papa Francisco a México, un suceso convulsionó al sistema político mexicano. Un motín en el penal de Topo Chico, en Nuevo León,
dejó un saldo de 49 presos fallecidos, 12 heridos y un Gobernador muy golpeado.
Pero no es cualquier Gobernador, es el primero con la etiqueta
de independiente, que llega sin partido a una gubernatura, y precisamente en uno
de los estados más importantes del país, al menos en el aspecto económico industria: Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco.
Sin minimizar el evento, que es terrible, destacable el hecho de que la clase política
tradicional mexicana y los medios de comunicación se cobraron en un solo día
todas las afrentas que el mandatario ha hecho desde hace
cuando menos un año al sistema partidista y mediático del país.
El discurso del Bronco ha sido, desde su etapa como “sonante”,
como candidato y ya como mandatario, prácticamente el mismo. Ha marcado su
diferencia con los políticos tradicionales, con un tono más informal (con malas
palabras, incluso) y repitiendo hasta el cansancio que las prácticas que los
gobernantes anteriores realizaban sistemáticamente en Nuevo León están fuera
del quehacer diario del Gobierno estatal. Sus dichos, aderezados con una
atractiva crítica a los partidos políticos.
Mención aparte merecen los reiterados señalamientos que hace
a los medios de comunicación en tono jocoso e irónico, en el sentido de que su
Gobierno no destinará ningún presupuesto a la radio, la televisión, periódicos
y demás medios, como hacen los políticos tradicionales. Legitima su postura con
el argumento de que su antecesor, el priista Rodrigo Medina, gastó fortísimas
cantidades de dinero público en su imagen. Obviamente, los ciudadanos inconformes
con el statu quo en México han celebrado sus posturas, que llegan a miles y
miles de muros y timelines, convirtiéndolo en una celebridad del internet.
Por ello, el jueves 11
de febrero, el día de los hechos, los partidos políticos y medios de
comunicación vieron la oportunidad perfecta para su vendetta. Las críticas a
Rodríguez Calderón fueron casi coordinadas.
Legisladores y líderes políticos reclamaron la
desinformación que provocó su ausencia. Pero fueron más allá. Criticaron al primer Gobernador sin partido de estar ausente de su estado, de estar más enfocado en las elecciones
venideras en otros estados en que existe un candidato independiente, a quienes
ha acompañado y apoyado públicamente, típica práctica de antaño, pero en los
partidos que hoy critica.
Si algo debemos reconocer al mandatario nuevoleonés, es la
capacidad de unir a PRI, PAN y PRD… en su contra.
Por su parte, los medios recriminaron la inacción del Bronco
ante el problema, pues señalaron que no fue sino hasta nueve horas después que
se brindó información oficial sobre el suceso. E incluso en la rueda de prensa
que encabezó pasado todo ese tiempo, el Gobernador neoleonés aprovechó para pegarle
una raspadita a los medios, al pedirles a los reporteros presentes que dieran
información precisa, lo que en su idea representaba –supongo- informar solo
sobre el motín, el saldo fatal (52, inicialmente) el total de heridos y que ya
se trabajaba en el control del penal.
No fue así. Por fuera de la cárcel, los familiares de los
reos se agolpaban para intentar saber si su pariente encarcelado era o no de
los que habían perdido la vida, pues no fue hasta sino muchas horas después
cuando empezaron a surgir los nombres de los fallecidos, pero en bloques. La gente protestando fuera de la penitenciaría, los conatos
de trifulca con la policía, los llantos desesperados de la madre de un recluso,
los gritos desde fuera para esperar la respuesta del hijo preso, los lamentos y
la indignación, fueron material idóneo para los reporteros, quienes capturaron
la escena y la llevaron hasta sus salas de edición.
La muestra más clara fue la cobertura que el periodista regiomontano
Gregorio”Goyo” Martínez dio al suceso, en el noticiero nacional de Televisa la
misma noche del jueves 11. Entre el catálogo de conceptos externados por el
conductor estuvieron “impericia”, “desorden”, “reacción tardía y errática”. La
voz fuerte, la mirada fija. Como si lo gozara.
Goyo Martínez, quien regularmente conduce las noticias en
Televisa Monterrey, suplía esa noche a Joaquín López Dóriga en la titularidad
del noticiero nocturno, el más importante de México. Televisa ha sido uno de los
blancos del Bronco, por lo que se entiende el mensaje.
El independiente no soportó las críticas y esa misma noche
publicó un video en Facebook, su medio preferido, para defenderse del
periodista, con los mismos elementos de siempre: “este reportero ha vivido del
erario público”, “este Gobierno no les va a pagar un solo peso”, “nunca lo
escuché hablar así en el anterior Gobierno”, con el agregado de que le dijo
amargado y aseguró que Televisa quiere desestabilizar a su administración.
Por su parte, Martínez le respondió en OTRO video, en el que
desmiente sus dichos y lo acusa de desatender la crisis de Topo Chico, el
estado en general y hasta lo tacha de chavista.
En resumidas cuentas, durante un día y medio, el Bronco se convirtió
en el punching bag favorito, quien además de lo duro, también sufrió lo tupido
de los ataques. Para su suerte, y como era de esperarse, la visita del Papa
Francisco atrajo prácticamente toda la atención mediática.
Pero hoy, el Papa ya no está, ya levantó el polvo que tenía
que levantar. Y la tormenta neoleonesa vuelve mañana, con ánimos recargados.
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