15 de febrero de 2016

El Papa Francisco y su discurso añorado

Estamos sumidos en la enorme cobertura mediática de la visita del Papa Francisco a México, la primera que realiza el tan querido Jorge Mario Bergoglio a nuestro país. Su presencia en portadas de periódicos, planas completas, horas y horas de tiempo televisión y radio no son cosa menor, ni son injustificadas.

Foto: Presidencia de la República

Desde su llegada a la máxima silla del catolicismo, hace poco menos de tres años, se ha caracterizado por su gentiliza fuera de norma, su arrojo para enfrentar muchos de los problemas añejos de la Iglesia y su valentía para señalar los conflictos que enfrentan los países de todo el mundo.

México, obviamente, no ha sido la excepción. En nuestra nación se vive una permanente crisis multifactorial: económica, de seguridad, de impunidad, de corrupción, de derechos humanos y –sobretodo- de credibilidad en las instituciones.

Por ello, la visita del Papa, además de la fe y esperanza que despierta, produjo una generosa expectativa sobre si abordaría los problemas de nuestra nación y el tono en que lo haría.  Por ello, el “regaño” que hizo a la clase política en Palacio Nacional fue festinado por muchos, retuiteado por miles, compartido por aún más:

“…Cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo”

A su lado, el Presidente Enrique Peña Nieto. Frente a él, cientos de funcionarios, líderes políticos, legisladores y miembros de la clase política en general. Todos, receptores de las duras palabras, quienes a pesar de todo aplaudieron sus dichos.

Foto: Presidencia de la República

Lo pronunciado por el líder de la Iglesia coincide al menos en concepto con las inquietudes de una amplia parte de la población, la que no está contenta, la que no coincide con el Gobierno, los que recriminan al Presidente, el Jefe de Gobierno, el Gobernador, el Alcalde, todos y cada uno de sus problemas.

Momentáneamente, otros temas de importancia –y vaya que los hay- reciben en el imaginario mediático el reducido espacio que queda después de cubrir las actividades del Papa como lo amerita. El jueves, una vez que el Papa Francisco haya dejado el país, volverán la agenda propia, los ataques, las acusaciones y el día a día de la política en México. Y un tema en específico, con más ganas.

CODA

La escena, en un mercado popular de la Ciudad de México. Un humilde vendedor se queja en lenguaje florido con un tendero sobre Ayotzinapa, de la inmisericordia del Ejército, de la corrupción, de “los pinchis rateros del gobierno”, de los baches, de la contaminación, del narcotráfico; en fin, de casi todo el catálogo de problemas que enfrenta México. Interrumpe su monólogo solo para descansar la enorme bolsa llena de películas y discos piratas que ofrece a la venta.





Discurso completo del Papa Francisco en Palacio Nacional del 13 de febrero de 2016: http://eluni.mx/1QidY77

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El aplauso de los funcionarios sería de aceptación o de simulación.?

DiegoPinto dijo...

De cortesía política jaja