Así como las plantas crecen
cuando están en condiciones adecuadas, estos tiempos son más que apropiados
para sembrar y cultivar la semilla del descrédito hacia las
instituciones y hacia los gobiernos, y cosechar el fruto del poder.
Una sociedad sobre comunicada
-que no sobre informada-es el suelo fértil para que crezca la animadversión en
contra de una autoridad. La naturaleza torpe y, en la mayoría de los casos, con
yerros de los gobiernos, es el simiente que florece y se convierte en repudio.
La oposición congénita que lleva cualquier gobierno, con la intención de
cosechar ese fruto es el poder, fácilmente puede arar la tierra.
Y ante esta empresa,
relativamente fácil de realizar, ¿qué puede hacer un gobierno? Poco, realmente.
Sobre todo en México, tras décadas de bajas condiciones económicas sociales,
excesos suntuosos de la clase gobernante, promesas vacías presentadas cada tres
y seis años, casos de corrupción rampante. Para Woldenberg (2006), la
sobreventa de expectativas, los rezagos económicos y sociales, y la degradación
del debate público han generado un malestar generalizado “...que se expresa
como una ola expansiva-, hacia los partidos, los políticos, los cuerpos
legislativos, es decir hacia la política.
La verdad sea dicha, los
gobiernos no han encontrado la fórmula para enfrentar este fenómeno. La
comunicación que las administraciones tengan poco puede hacer contra la
embestida propagandística que los adversarios ejecuten en su contra. Y es que
los contrincantes apelan a las emociones negativas del respetable: el odio, la
indignación, la repulsión. Y contra esos sentimientos, los positivos a los que
las administraciones recurren, simplemente palidecen.
Uno de los elementos de los
propagandistas utilizan para sus propósitos es la desinformación, entendida no
solo como noticias falsa (fake news), sino también la exageración, la
deformación y la (Durandin, 1982).
Y la desinformación ha encontrado
en internet su mejor vehículo para su propagación virulenta. Cómo apuntaron
Meneses y Bañuelos (2009), la red “es el espacio al cual se han trasladado las
campañas sucias que no tienen cabida en los medios tradicionales”.
La cuestión a la que se enfrentan
los gobiernos es que no es tan fácil desmentir o aclarar sin parecer que se
defiende como un acusado que tiene culpabilidad (Domenech, 1950).
Una potencial solución a este fenómeno, considero, es la de responder en los
mismos términos y misma dinámica: lenguaje agresivo, iconografía llamativa,
difusión masiva, sobre todo en redes sociales.
Como ejemplo tenemos al actual
régimen presidencial, que tiene un pelotón de activistas, no oficial, que
generan contenido a favor del titular del Ejecutivo Federal y su proyecto, y
que al mismo tiempo desestiman, ridiculizan y humillan a quien se atreve a
cuestionarlo. Y además de ese pelotón, tiene un ejército orgánico –en su mayor
medida- de simpatizantes que gustosos replican esa información, alcanzando una
difusión ad nauseam.
Si bien esa técnica, planeada o
no en su totalidad, ha funcionado, deja como saldo algo que no tiene una
solución ni rápida ni fácil: la destrucción de la política entendida como el acuerdo,
como el avance pacífico del país; una sociedad altamente polarizada y con la violencia en la punta de la lengua y de los dedos, listos siempre para defender su lado.
No sé qué condiciones tuvieran que presentarse para que esa violencia en las redes se traslade a las vida real, pero lo que sí sé es que ese será un punto de no retorno.
Bibliografía
• Woldenberg, José (2006) Después de la transición – Gobernabilidad, espacio público y derechos. México, Ed. Cal y Arena
• Durandin, Guy. (1982). La mentira en la propaganda política y en la publicidad. Ed. Paidos. México.
• Meneses, Maria E. y Bañuelos, Jacob. (2009) Internet y campañas electorales en México, la oportunidad postergada. México. Instituto Electoral del Estado de México.
• Domenach, Jean-Marie (1950) La Propaganda Política, Buenos Aires, Ed. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Disponible en https://cearmaipu.files.wordpress.com/2011/11/domenach-la-propaganda-polc3adtica1.pdf